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ÁGORA DE FILOSOFÍA

"Verdad del sentido"

¿Es el nihilismo una "enfermedad" que combatir o se trata de llevarlo hasta sus últimas consecuencias, tal como pensaba Nietzsche? ¿Se puede, acaso vivir en el sin-sentido? 

El siguiente texto intenta responder a la cuestión del sentido en el contexto de nuestra civilización tecnológica 

 

J.A. Pérez Tapias, Internautas y náufragos. La búsqueda del sentido en la cultura digital. ed, Trotta, Madrid, 2003, p. 15

Imposible nadar désvalidamente contracorriente y mantenerse a flote en tantas luchas desiguales si las nuevas redes tecnológicas no las convertimos en redes solidarias. Ése es el norte de nuestro viaje, y no será posible acometer la travesía si no transmutamos el miedo mortal de los solitarios en viva esperanza de los solidarios.

La etapa que en nuestra trayectoria quiere cubrir este ensayo se nos abre como proceso de búsqueda en el que el candil de la razón, menesteroso, se aplica a descubrir e interpretar los signos de nues­tro tiempo que alientan la esperanza. Desde muy diversas perspec­tivas se apunta a ellos y por eso, en las páginas que siguen, no se hace sino activar ese diálogo necesario a múltiples bandas, tratando de despejar el camino hacia esa verdad del sentido que, sin ser patrimonio de nadie, es estrella polar que nos puede guiar a todos —quizá la que algunos, en su búsqueda, que no en su imposible apresamiento, nombraron simbólicamente como «estrella de la re­dención»—. Para nuestro recorrido, en el que la atención cautelo­sa a cualquier aviso para navegantes es para reforzar el lúcido cora­je de la esperanza, nos situamos al partir bajo la luz que irradian estos versos de Cavafis, de su poema Itaca, que se nos ofrecen a cada uno como faro inolvidable:

 

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca

pide que el camino sea largo,

 lleno de aventuras, lleno de experiencias.

[…]

Pide que el camino sea largo.

Que sean muchas las mañanas de verano

en que llegues —¡con placer y alegría!—

a puertos antes nunca vistos.

[…]

Ten siempre a Ítaca en tu pensamiento.

Tu llegada allí es tu destino.

Mas no apresures nunca el viaje.

 

Mejor que dure muchos años

y atracar, viejo ya, en la isla,

enriquecido de cuanto ganaste en el camino

sin aguardar a que Ítaca te enriquezca.

 

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.

Sin ella no habrías emprendido el camino.

Pero no tiene ya nada que darte.

 

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.

Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,

entenderás ya qué significan las ítacas

      (C. P. Cavafis, Poesía completa, trad. de P. Bádenas de la Peña, Alianza, Ma­drid, 1989, p. 60)

 

La Ítaca que buscaba Ulises era su horizonte de sentido, bajo el cual tuvo que reorientar su vida de vuelta de tantas batallas que, aun con toda su épica, no colmaban el vacío de la existencia; la Itaca que perseguimos cada uno de nosotros es el sentido que anhe­lamos y que hemos de recuperar en esta época de internautas, a la vez durísimo tiempo de violencia para los millones de personas que naufragan en el inhóspito océano de la realidad histórica. Cual­quier Itaca se desvanece como escandalosa ilusión para cualquier Ulises que no mire para otro lado al pasar por tantas playas inunda­das de cadáveres. Una civilización que cuenta con las virtualidades de las nuevas tecnologías tiene su reverso en las realidades de injus­ticia, sufrimiento y muerte que alberga en su seno. Internet simbo­liza el futuro que viene; las playas del Estrecho, en este extremo occidental del Mediterráneo en el que se cuentan a diario los «es­paldas mojadas» que acaban como cuerpos ahogados, simbolizan el presente de naufragio que está aquí. Nuestra cultura, con todo su digitalismo, continuará alimentando el sin-sentido más deshumani­zante mientras siga impasible ante tantos y tantos náufragos.


 

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